Un mal día

Uno de tantos que he tenido

Este último sábado fue de los días malos. Cada vez tengo menos días de este tipo, pero cuando me da, lo hace fuerte.

Había quedado con unos amigos para ir al río. Son de estos amigos que siempre llegan tarde y lo sabes, y ya ni te molesta porque son así. En lugar de quedar con ellos en algún sitio donde lo único que puedas hacer es esperarles, ya directamente empiezas tú sólo con el plan y que vayan llegando cuando buenamente les apetezca.
Aún así les dije que me avisaran con tiempo si preveían tardanza, porque ellos viven al lado del río pero yo me tengo que levantar de dos a tres horas antes, y no me apetece ni mierda madrugar en sábado para nada. ¿Y qué pasó? pues que el primer mensaje que me encuentro nada más despertar es de ellos diciendo que llegan tarde. Estaba totalmente justificado, o al menos la excusa era creíble, pero a mi me sentó como el culo.

A partir de ahí ya todo me molestaba: sacando al perro se portó mal (no mucho peor de lo habitual), no me llegaron mensajes de quien los esperaba, me llegaron mensajes de quien no los esperaba, una señora me habló por la calle... en fin, cosas que no deberían molestarme me tocaban las pelotas.

Es importante entender que no era porque me avisaran tarde de que iban a llegar tarde. Eso solo fue el detonante. Me había levantado torcido y punto. Cualquier cosa me iba a molestar.

Así que escribí a mis amigos y les dije que no estaba siendo un buen día. Me volví a acostar al volver del paseo con el perro y del tirón dormí 7 horas más.

Por la tarde noche fui a un concierto. No quería ir, no quería salir de casa. Quería quedarme hundido en el sofá, revolcándome en mi miseria emocional. Pero era el cumpleaños de una amiga y había que hacer el esfuerzo. Porque además esta amiga, a la que voy a llamar Sonia (recordad, siempre nombres ficticios), es de las que más me ha ayudado en mis peores momentos. A pesar de que ella también está jodida de ánimos y con la ansiedad por las nubes, siempre saca tiempo para mi si se lo pido. Nos apoyamos mutuamente en lo que podemos. Así que no podía faltar a su cumpleaños.
Fui al concierto, llegué tarde, estuve todo el rato amargado y a las dos horas em fui. Sonia estaba cuidada y en buena compañía, así que no me necesitaba.
El concierto molaba y yo siempre me lo paso bien viendo grupos en directo, pero cuando no tienes el día no lo tienes.

Total, día para olvidar. Por suerte cada vez tengo menos días así. Estoy escribiendo esta entrada en jueves, cinco días después de ese sábado de mierda, y desde entonces solo he llorado tres o cuatro veces. No ha habido ningún día malo entero, todo han sido días buenos o de los que se van torciendo a lo largo de la jornada.

No quiero pecar de optimista pero ¿estaré saliendo poco a poco del pozo? Ya veremos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contexto

Presentación

Recuperando rutinas